lunes, 14 de abril de 2014

NUESTRA VIDA LÁCTEA

Siempre tuve claro que si algún día era madre daría el pecho, así que en cuanto me quedé embarazada empecé a informarme sobre todo lo relacionado con la lactancia materna buscando en libros, artículos, blogs, experiencias de madres cercanas...
Cada día descubría algo nuevo en la teoría y suponía que la práctica sería fascinante, pero mis expectativas se superaron con creces. 

Vera nació por cesárea de urgencia (algún día me tocará contar mi parto) y estuvo con Moncho, su padre, mientras a mí se me pasaba el efecto de la epidural. Fue él quien le dio la primera toma con una jeringuilla ("Como la madre parece que tarda le podemos dar un biberón ¿o sois de esos padres modernos que no lo quieren?"), preguntó la enfermera cuando se percataron de que Vera tenía mucha hambre y no podía esperar a que yo llegara para comer). Esa era una de las cosas que tenía claras y que le había repetido a Moncho hasta la saciedad antes de dar a luz: "Si por algún motivo cuando nazca la niña no puedo estar con ella, no le des biberón ni chupete hasta que haya tomado teta por primera vez".

Lo primero que hice nada más entrar en la habitación 234 fue poner a Vera al pecho. Una enfermera se empeñó en "enseñarme" a darle de mamar tumbada, ya que tenía gotero y vías y no podía levantarme de la cama. Me costaba mucho; estaba muy incómoda y me daba la impresión de que la niña tampoco estaba todo lo bien que debería. Cuando se fue busqué una postura más natural y las dos respiramos aliviadas. Lo mucho que nos quedaba por aprender teníamos que hacerlo tranquilas, tal vez con ayuda, pero sin imposiciones.

Vera se alimentaba del calostro y de un suplemento que las enfermeras decidieron que necesitaba (a día de hoy, con mi experiencia e información, sé que no habría hecho falta).

Tomando la leche con jeringuilla tragaba mucho aire y lo pasaba fatal porque aún no sabía expulsarlo, así que una auxiliar me contó que sus hijos habían tomado los primeros días teta y biberón y no habían tenido interferencias en la succión, así que le hice caso y pasamos al bibe para los susodichos suplementos (ahora escribo esto con mucha rabia, por no haber tenido la información suficiente para plantarme ante algo innecesario). Al tercer día, mientras me duchaba en el hospital antes de que me dieran el alta, mis pechos empezaron a gotear y nos olvidamos de biberones y otras leches.


Fue en casa cuando empezamos a disfrutar plenamente de nuestra vida láctea. Sin prisas, a nuestro ritmo, avanzando poco a poco, por nosotras mismas...


Seguí informándome, leyendo, buscando estudios, avances, noticias...Con el tiempo llegó la vuelta al trabajo y fueron surgiendo dudas;varias asociaciones prolactancia aclararon todas mis incertidumbres y pudimos continuar nuestro camino de manera sencilla y feliz.

Al principio pensaba que daría teta hasta reincorporarme al mundo laboral. Lo de extraerme leche, congelarla...me parecía un poco complicado, pero a las 19 semanas ya estaba demasiado "enganchada" a la lactancia como para permitirme dejarla. Además mi madre me regaló el sacaleches Medela Swing, que me facilitó mucho las cosas.

Después pensé "hasta los seis meses mínimo". Y cuando Vera aún no había cumplido ese medio año me dije: "Pero, ¿por qué poner plazos con lo a gusto que estamos las dos y lo bueno que es para ambas?". Y aquí estoy, decidida a seguir con este precioso vínculo que me une a mi hija hasta que ella quiera. 

Cuando acabe esta etapa de la teta llegarán momentos de una complicidad distinta, estaremos unidas de otra manera, pero estoy convencida de que esta maravillosa experiencia nos marcará para siempre.

Leo con tristeza que "las bajas tasas de incidencia y duración de lactancia materna son reconocidas como un problema de salud pública en nuestro país". Del 60% de los recién nacidos que comienzan la lactancia materna, solo un 20% la mantiene a los seis meses y menos de un 2% la prolonga más allá de los diez. 

No quería incluir cifras, porque me importa más la calidad que la cantidad, pero me han parecido unos datos escalofriantes. 

Dentro de un mes empezaré un curso que me capacitará para ser Asesora de Lactancia. 

Me gustaría contribuir a romper los falsos mitos que rodean la lactancia materna, transmitir de manera sencilla un proceso fisiológico complejo, despejar dudas, quitar miedos...

He tomado algunas grandes decisiones en mi vida y, sin duda, amamantar a Vera es una de ellas.



2 comentarios:

  1. Es una pena que las genales bajas maternales Españolas no ayuden a faborecer el poder continuar con la lactancia y que decir de la conciliación laboral y maternal. Felicidades por haberlo conseguido!! Nosotros a ver que tal >____<

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  2. ¡Seguro que muy bien!
    ¡Ya me contaréis! En breve empiezo un curso para ser asesora de lactancia, pero desde ya me ofrezco a solucionaros cualquier duda que os pueda surgir.
    La baja es de broma (más nos valía mirar hacia otros países para estas cosas y mejoraría todo) y la conciliación en general es inexistente. Yo tuve mucha suerte porque este curso me pusieron turno intensivo para poder estar más tiempo con Vera, pero sé que la mayoría de las familias tienen que hacer malabarismos.
    Ante todo, mucho ánimo y ganas. Se puede, créeme. Lo dicho, cualquier cosa, aquí estoy.
    Abrazo.

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